08.10.2025 - 09:33h
Durante la primera edición del Campeonato Nacional, se anunció con orgullo que los premios serían de 2.500.000 francos CFA para la medalla de oro, 1.000.000 para la plata y 500.000 para el bronce. Una cifra que parecía reconocer, al fin, el esfuerzo de nuestros atletas. Pero la realidad fue muy distinta: solo un boxeador, Israel Abaga, llegó a recibir su premio completo. El resto, hasta hoy, siguen esperando.
La excusa de los organizadores fue casi un insulto a la inteligencia: “consultaron a expertos” que les habrían dicho que esos premios eran demasiado altos. Entonces, los redujeron arbitrariamente y, aun así, no cumplieron con los pagos pendientes.
Llegó la segunda edición, y con ella, la esperanza de que se aprendieran las lecciones. Pero nada cambió. La organización fue apresurada, improvisada y sin comunicación clara. El equipo de Bata, cansado de falsas promesas, pidió explicaciones sobre los pagos pendientes y las nuevas primas. La respuesta del vicepresidente de la FEGUIBOX fue simple y vacía: “todo se resolverá en Malabo”.
El viaje fue una odisea: traslado en barco, billetes de 55.000 francos y alojamiento en el conocido hostal Semu, un lugar que todo habitante residente en Malabo o que haya estado, sabe que no reúne las condiciones mínimas para hospedar a deportistas. Y aun así, los boxeadores compitieron tres días consecutivos, sin descanso, sin saber si recibirían algo a cambio de tanto esfuerzo.
Como si fuera poco, los organizadores decidieron adelantar la final el viernes 3 de octubre para los de Bata, solo para aprovechar el barco San Valentín y ahorrarse una noche más de hospedaje. Una decisión que deja al descubierto la falta total de respeto hacia los atletas.
Y cuando por fin se anunciaron las primas, llegó la gota que colmó el vaso:
• Oro: de 2.500.000 a 300.000
• Plata: de 1.000.000 a 200.000
• Bronce: de 500.000 a 100.000
• Segundo puesto junior: apenas 80.000
Una reducción vergonzosa y disfrazada de “ajuste”.
La FEGUIBOX parece más interesada en mantener las apariencias, que en cumplir con su deber. Se invierten recursos en discursos, fotos y decoraciones, mientras los atletas duermen en condiciones indignas y esperan pagos que nunca llegan.
Si el deporte nacional quiere avanzar, debe empezar por respetar a sus deportistas. Porque detrás de cada medalla hay sudor, sacrificio y hambre de superación. Pero mientras la federación siga siendo una vitrina vacía, el boxeo ecuatoguineano seguirá siendo víctima de la apariencia y del abandono institucional.