04.12.2025 - 17:23h
La decisión de la FIFA de reducir el período obligatorio de liberación de jugadores para la AFCON 2025 fijándolo ahora el día 15 de diciembre, vuelve a abrir un debate que África conoce demasiado bien; el de una competición continental que, año tras año, debe luchar por el respeto que otras reciben sin cuestionamientos.
Cada edición repite el mismo guion. Mientras Eurocopa, Copa América o Mundial disfrutan de fechas blindadas, sincronizadas y sin interferencias, la Copa Africana de Naciones se ve sometida sistemáticamente a tensiones externas. Clubes europeos reticentes, negociaciones interminables, comunicados de última hora y una constante sensación de que, para algunos actores del fútbol global, la AFCON es una molestia más que un gran acontecimiento deportivo.
La raíz del problema es conocida. La AFCON se disputa tradicionalmente en enero, en plena actividad de las ligas europeas, debido a condicionantes climáticos y logísticos de varios países africanos. Aunque la CAF intentó trasladarla a junio en ediciones como 2019, las realidades organizativas y meteorológicas han devuelto el torneo al calendario invernal. Pero lo preocupante no es solo la fecha, sino la reacción del mundo futbolístico ante ella.
La FIFA justifica el recorte del plazo de liberación para “reducir el impacto en los clubes”. Sin embargo, esta medida alimenta una percepción difícil de ignorar: cuando se trata de África, la flexibilidad parece aplicarse siempre en una dirección, y no precisamente a favor de las selecciones nacionales. La reducción del tiempo de preparación es un golpe directo para equipos como Guinea Ecuatorial, que dependen de jugadores que militan en Europa y necesitan cada sesión para ensamblar un bloque competitivo.
Mientras tanto, los clubes reclaman sus intereses, amparados en un calendario internacional saturado que rara vez considera las necesidades del fútbol africano. Y así, las federaciones africanas se ven obligadas a negociar, presionar y justificar lo que en cualquier otra confederación sería incuestionable: disponer de sus jugadores para una competición oficial.
La gran pregunta es evidente: ¿por qué África debe seguir adaptándose a un sistema que nunca se adapta a ella?
África alimenta al fútbol mundial como ningún otro continente. Produce talento de élite, genera audiencias de millones y transforma a jóvenes desconocidos en estrellas globales. Sin embargo, cuando llega su propia gran fiesta futbolística, se enfrenta a obstáculos que ninguna otra región del mundo experimenta.
La AFCON merece un trato digno, coherente y profesional. Merece un calendario estable, respetado y protegido. Merece que sus selecciones preparen los torneos en igualdad de condiciones. Y merece, sobre todo, que el mundo del fútbol deje de ver a África como un apéndice y empiece a considerarla lo que es: un pilar fundamental del deporte global.
Mientras eso no ocurra, cada ajuste de calendario como el de este año seguirá recordándonos que la igualdad en el fútbol internacional continúa siendo una promesa incumplida.



04.12.2025 | 20:24h