15.12.2025 - 21:04h
En las dos últimas ediciones de la Copa Africana de Naciones, las grandes ausencias han sido prácticamente las mismas. Pedro Obiang, por lesión, y Omar Mascarell, por no decidirse a vestir la camiseta nacional, han sido las únicas bajas de peso plenamente justificadas. Más allá de eso, el núcleo duro de la selección se mantiene intacto, desde la portería hasta la delantera.
Casi el 90 % de los jugadores convocados para el camino rumbo a Marruecos repiten presencia respecto a la pasada CAN. Un bloque reconocible, sí, pero también previsible. Mientras tanto, otros perfiles con talento, juventud o buen rendimiento en sus clubes siguen sin encontrar continuidad, ni siquiera en las prelistas.
El caso de Rieno Socoliche es paradigmático, un jugador con condiciones y proyección que nunca ha logrado encadenar convocatorias, y mucho menos disputar una Copa de África. Lo mismo ocurre con nombres como Cristin Makate, cuyo crecimiento en su club y trayectoria no han sido suficientes para convencer al seleccionador.
Hay situaciones aún más llamativas. Federico Bikoro, que llegó a ser considerado un peso pesado del vestuario y uno de los capitanes, disputó su último partido ante Liberia, donde incluso anotó, y desde entonces desapareció del radar. Salomón Obama, marcado por su ruptura, apenas entra ya en las quinielas. Luis Enrique, un viejo conocido del grupo, dejó de ser convocado por molestias físicas, pero hoy ya se encuentra en condiciones de competir.
Tampoco deja de sorprender la ausencia de Óscar Siafa, quien parecía tener buena sintonía con el míster.
Es cierto que sus cifras goleadoras con la selección no avalan grandes argumentos, pero su exclusión confirma que el margen de confianza para algunos es mucho más estrecho que para otros. Casos como Federico Papá, experimentado pero poco habitual, completan una lista de nombres que entran y salen sin una explicación clara.
La convocatoria de 27 jugadores en la pasada CAN de Costa de Marfil es una radiografía fiel de esta tendencia: Owono, Sapunga y Mbela en portería; Coco, Akapo, Ndong, Orozco y compañía en defensa; Machín, Ganet, Bikoro, Balboa, Eneme o Iban Salvador en el centro del campo. Nombres que, con ligeros retoques, se repiten una y otra vez desde Camerún.
Juan Micha es, en última instancia, el único que conoce los motivos reales de esta continuidad casi inalterable. Puede responder a la confianza en un grupo que le ha dado resultados, a la búsqueda de estabilidad o al miedo a romper un equilibrio construido con el tiempo. Sin embargo, la selección corre el riesgo de estancarse si no abre la puerta a nuevas energías, competencia interna y meritocracia.
La Copa de África no perdona la previsibilidad. Y en un contexto donde el fútbol africano avanza a gran velocidad, repetir siempre los mismos nombres puede ser tan peligroso como cambiar demasiado tarde.


