Un negocio clandestino, una facturación millonaria y una posible evasión fiscal

Si no eres o has sido cliente, al menos conoces uno más cercano a ti, o les habrás visto comerciar. La ironía es que algunas autoridades competentes, también son clientes habituales o asiduos.

Imagen que simula la venta ambulante
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Ciudadanos residentes y originarios de países como Mauritania, Libia, Líbano o Egipto, por citar algunos, han articulado  meticulosamente y a la vista de todos, un negocio de venta de artículos -principalmente del hogar, como son los electrodomésticos, de decoración y demás, cuyo método de pago principal es la liquidación a plazos en cuotas mensuales hasta la finalización de la amortización de la cantidad acordada.

Muchos de los hogares del país, principalmente en la capital, albergan objetos adquiridos de este negocio, pero irónicamente el gran porcentaje sostiene que “los artículos que venden son muy caros, además de que no son nada originales. Además la forma en la que reclaman el pago de esas cuotas, casi parece una extorsión. No te dejan vivir”, nos han indicado.

Además de la cuestionada originalidad y/o autenticidad de los productos que comercializan, sus precios son desorbitados. Una pantalla de televisor de 42 pulgadas que normalmente puede costar unos doscientos o doscientos cincuenta mil en el mercado, la tasan en cuatrocientos cincuenta mil, según hemos podido comprobar. Pero lo más llamativo que subrayamos en este artículo es la clandestinidad o ilegalidad del mismo negocio en sí.

No son empresas ni están registrados como autónomos para darle legalidad a su actividad comercial; y como hemos podido contrastar, tampoco pagan impuestos (más allá del aduanero) puesto que no tienen oficinas ni lugares habituales o reconocidos en donde ejercen. Han hecho de sus autos sus tiendas para evadir el pago de cualquier impuesto que requiera de inspecciones rutinarias de las administraciones locales. Muchos incluso alquilan taxis por horas cuando deben realizar distribuciones a su clientela.

Ahora la pregunta del millón: ¿por qué instituciones como el Ayuntamiento o Hacienda no han intervenido en lo que aparentemente parece una evasión fiscal en toda regla? En declaraciones de algunos funcionarios de esas administraciones con los que hemos conversado, el patrón general ha sido echar balones fuera. “no es de mi competencia iniciar esa intervención. Los mismos jefes son conocedores de la situación. Todos la conocemos”, señalan preservándose en anonimato.

¿Por qué ha florecido y triunfado ese negocio?

Un empresario debe ser aquél capaz de poder detectar las dificultades cotidianas de su entorno, buscar solucionarlas obteniendo a cambio la maximización de lo invertido en la solución dada, sostienen muchos estudiosos de la economía. Lo mismo han hecho nuestros conciudadanos.

Ante la escasez de poder adquisitivo de población media y baja para poder afrontar gastos en el intento de mejorar sus vidas, sumándole la precariedad salarial y los altos índices inflacionarios, la única vía de “ayuda”, es acudir a la de adquisición de esos artículos.

Además, muy pocas tiendas oficiales cuentan con ese servicio. Muchos se han mentalizado que esa vía es una ayuda por no pagar el importe del artículo en un solo reembolso, sino prolongado, ignorando que estaría pagando incluso más del doble del precio normal.

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