¿Quién va a apagar el incendio de la corrupción, delincuencia, violaciones, injusticias, pobreza…?

En este día especia del Libro, te dejamos disfrutar las letras del escritor Santiago Ondo Ayang, en su libro “La Contraseña de tu éxito” en su Capítulo VII (Páginas 95-100).

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Hoy 23 de abril se celebra el Día del Libro, un momento especial para un encuentro entre escritores y lectores, y que se celebra desde 1995. En esta fecha especial para los lectores frecuentes y los nuevos, te acercamos a las letras de un joven escritor ecuatoguineano, Santiago Ondo Ayang, y su libro “La Contraseña de tu éxito”. En este relato, el autor habla sobre la perseverancia, buena actitud y voluntad de una persona para salvar alguna situación en beneficio de los demás.

Léalo hasta el final

La “Piedra Nzas” es todo un arte natural, única en Guinea Ecuatorial, rodeada por sus selvas verdes y vírgenes, situada en la región continental, en el interior de la provincia de “Wele Nzas”.

Cuenta una antigua leyenda que, en el bosque que rodea dicha piedra, vivían muchos animales y todos estaban muy felices. Un día, sin saber cómo, se incendió el bosque. El fuego empezó a expandirse de tal manera que los animales tenían miedo, de que se quemara la gran “Piedra Nzas”, la que dejaron sus ancestros, puesto que caracteriza su cultura y sus tierras.

Muchos de los animales creían que los dioses iban a apagar muy pronto el incendio, pero el fuego cada vez era más afanoso y se propagaba de una manera muy preocupante. Sin otra opción, de uno a uno los animales empezaron a escaparse y dejaron sin ninguna defensa a la piedra Nzas.

Cerca había un riachuelo. Dijo la abeja

Voy a apagar este incendio. No me voy a escapar de él. Aunque tenga poca capacidad dentro de mis posibilidades, voy a intentar dar lo mejor de mí para remediar esta situación.

¿Qué hacía la abeja? Se iba al riachuelo, mojaba sus alas con el agua, se dirigía al lugar donde estaba el fuego, sacudía sus alas y volvía otra vez al riachuelo para repetir la acción. Apenas sus alas lograban cargar cinco gotas de a De repente apareció el elefante derribando los árboles de un lado a otro.

Pero ¿qué haces, abeja? Preguntó el elefante. Este bosque vio nacer a mis padres, igual que a mí. Aquí crecí. Este bosque me lo dio todo. Si se está incendiando y me escapo, ¿quién apagará el fuego? ¿Dónde podré yo vivir? —respondió la abeja. —¿Qué intentas hacer? quiso saber el elefante.

Apagar el fuego. Si me muero, los que me han visto intentándolo dirán que morí en la ejecución —respondió la abeja.

Pero ¿quién te ha visto? —Tú, elefante, me has visto intentar apagar el incendio. Dirás a los demás que, si la abeja murió, fue porque trató de intentar apagar el incendio.

Estás loca —dijo el elefante, y se escapó. Apareció el chimpancé y le dijo lo mismo a la abeja. La ardilla estaba de paso y apenas se interesó. El antílope se acercó y la abeja seguía con la misma labor de apagar el incendio. No pasó mucho tiempo y llegó el león, el rey de la selva. De repente le dijo: —¡Abeja! ¡Abeja, huye! ¿Qué estás haciendo? Todo el mundo se está escapando y tú aquí, ¿intentando apagar este incendio?

Señor león, ¡qué suerte que haya llegado a tiempo! Únase a mí para apagar este incendio. —No puedo, abeja. Este fuego es demasiado —dijo el león. —¿Cómo dice, señor león? Creí que era usted el rey de la selva; que cuando hay una situación así, usted la confronta —expresó la abeja.
—Yo me escapo. Mi vida primero. Si quieres terminar muriendo, quédate —Se fue el león corriendo.

—Sí, voy a seguir intentando apagar el incendio, porque este bosque me vio nacer, en este bosque he crecido, este bosque me lo dio todo a mí y a mis padres.

Y si no llego a apagar este incendio, al menos moriré en el intento. En efecto, todos los animales se escaparon y la abeja se quedó sola intentándolo.

Ante la perseverancia, buena actitud y voluntad que tenía la abeja, Dios hizo llover. Un gran chaparrón apagó completamente el incendio. El bosque no pudo quemarse del todo y el monumento natural de la piedra Nzas se salvó y perdura hasta nuestros días.

“Nuestro país es nuestro bosque, lugar donde hemos nacido y crecido. ¿Quién va a apagar el incendio de la corrupción, delincuencia, violaciones, injusticias, pobreza o de todo lo malo que estamos viendo pasar? Si no lo hacemos nosotros, ¿quién vendrá a hacerlo? ¿es usted la abeja o el antílope?”, remata el autor.