Parece que hay un nuevo revés en el caso ya popularizado de la reforma de las viviendas sociales, o al menos hay más novedades. Desde esa redacción hemos sabido hace poco que «nadie podrá volver a acceder a su vivienda si tiene algún impago. Todos deben estar al corriente de pago», ha matizado una fuente segura y cercana a la entidad encargada de gestión del parque de vivienda pública.
Las primeras doce viviendas reformadas hasta el momento, parecen estar afectadas. El plan es que la reforma se haga de forma gradual, pero se debe solventar ese primer escollo. Éstos deben despejar los contenedores que se habilitó para guardar los enseres para proseguir con la otra parte del bloque piloto.
Además, «los que hayan rentado sus pisos y están en situación de impago a pesar de haber estado cobrando regularmente el alquiler a sus inquilinos, perderán sus viviendas y ésas serán traspasadas a los inquilinos, si lo deseasen», ha indicado la misma fuente sobre ese mediodía en un exclusivo encuentro informal mantenido en la jornada de hoy. Lo que no ha desprendido de esa reunión es cuánto tiempo tienen los primeros doce afectados para regularizar sus hipotecas. Eso se determinará «en una reunión de alto nivel del ejecutivo». Podría ser a lo largo de los próximos días.
De ésta manera, el Gobierno quiere garantizarse de que la nueva etapa de las viviendas sociales sea de cero morosidad. El anterior plan diseñado para el cobro de las mismas al inicio, ha resultado ser un desastre. Éste, se definía por la voluntad del propietario en pagar o no. Muchos se relajaron, tal vez por inercia. Pero ahora todo parece que tomará otro rumbo. También está en entredicho el grado de cumplimiento que tendrán las nuevas regulaciones y el tiempo.
Ante posibles atrincheramientos para el resto que de forma temerosa esperan ahora los desalojos para la continuidad de las reformas, «el Estado tiene a su disposición las herramientas necesarias para afrontar ese tipo de situaciones», unas palabras que dejan entrever que cabría el uso de los efectivos policiales para aquellos que podrían declararse en rebeldía y no abandonar amistosamente sus viviendas. Por ahora, ese escenario es sólo una especulación. El culebrón viviendas sociales sigue para rato.
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