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El mundo es cambiante y los efectos de la globalización obligan a una adaptación, a veces, incluso forzosa. Además, es inherente que hay fenómenos más antiguos que quizás hayan existido, en menor o mayor grado, pero que a día de hoy su notoriedad es mucho más elevada, lo que precisa de una regulación, sobre todo si se trata de fenómenos sociales que afectan a la integridad de los seres humanos.

La prostitución debería desaparecer de nuestras vistas en el sentido más estricto de la palabra. Sin embargo, ante el vacío legal reinante al respecto, no hace más que adquirir innovaciones desde el modus operandi hasta sus denominaciones, tanto es así que hoy en día en todas las esferas de nuestra sociedad se habla de “A MANO”, haciendo referencia de la manera en que se realizan los pagos por tales servicios.

Sobre la llamada “profesión más antigua del Mundo”, hay un debate muy interesante en la actualidad. Hay varias posturas al respecto: regulacionistas (aquellas que defienden la prostitución como un trabajo más y que, por lo tanto, debe estar regulado en nuestro ordenamiento jurídico), abolicionistas (aquellas que, apoyándose en la defensa de los derechos de la mujer, quieren abolir la prostitución) y, después, la postura hipócrita que, sea como sea, la prostitución debe desaparecer de nuestra vista, en el sentido más estricto de la palabra.

El fenómeno de la proliferación de la prostitución en nuestro país, es un problema que necesita un debate social con participación de todas las partes involucradas, ya que sus causas pueden ser varias: la pobreza, la falta de oportunidades, las drogas, incluso el propio capitalismo. En Guinea Ecuatorial se debe abordar esa cuestión, dadas las cotas que está alcanzando a día de hoy, y las consecuencias que se está observando: la prostitución infantil, la feroz propagación del VIH SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual, etc.

Con el boom petrolero, el fenómeno de la prostitución cobró fuerza. Llegaron los ingenieros americanos con residencia alternada al trabajar por marea y las mujeres más bonitas vieron la oportunidad de ganar dinero a cambio de sus cuerpos. Popularmente en Malabo el barrio de Parques de África o Caracolas, fue el centro neurálgico de esa actividad, ya que allí residía la mayoría de extranjeros. Algunas mujeres incluso salían de las ciudades y pueblos de la Región Continental con el único objetivo de ganar dinero, “a falta de otras oportunidades. Ésa era la vía más fácil para ganar dinero. Muchas hemos construido casas y costeado la escolaridad de nuestros hijos y familiares con ese dinero. Podías ganar más de 500.000 al mes”, comenta con valentía, pero en anonimato una señora; hoy de 43 años, que ejerció, pero a día de hoy, es propietaria de una tienda de ropas en una calle transitada de la capital.

En este momento, la actividad se ha propagado en barrios como Barrio Chino, Pinto, Ela Nguema, Santa María III, entre otros. En la ciudad costera de Bata, lugares como el Paseo Marítimo, acogen a más de cincuenta señoritas por noche, que esperan a sus clientes sentadas, e incluso por momentos desesperanzadas, según esa redacción ha podido comprobar ínsitu en una visita a esa zona. También en otros lugares emblemáticos de la capital económica ese negocio es más que notorio.

Ahora ha surgido un concepto que se ha popularizado y viralizado en Malabo: “Las chicas de Pinto”, en referencia a las niñas, generalmente entre 15 y 25 años que ofrecen sexo a la comunidad de comerciantes de ese barrio, mayormente expatriados, a cambio de teléfonos inteligentes (los nuevos modelos de IPhone y Samsung). Pasan meses vendiendo su cuerpo para lucir estos dispositivos entre amigas.

En este momento todo parece indicar que paulatinamente hay un relevo generacional, aunque no planeado. Si bien todavía hay mujeres que llevan muchos años en el negocio, el más de 70% que ahora está en trullo, van de los 15 a 30 años. Al no tener el estatus de prostitutas o mujeres de compañía, es posible encontrar estudiantes, mujeres comprometidas, incluso casadas, que encuentran en este mundo una alternativa de más para ganar dinero con facilidad. Ahora la red social WhatsApp se ha convertido en el popular canal para la propagación fácil y difusión de esa actividad.

Se emergen proxenetas a diario que crean grupos en esa plataforma, haciéndose llamar gestores/as, cuya tarea es la búsqueda de clientes para las chicas a cambio de una comisión (a menudo propaga sus fotografías desnudas; lo que puede considerarse una cosificación de la mujer). Actualmente en el país, es difícil identificar quién ejerce y quién no. El secretismo también es una virtud que se registra en esa actividad.

Las que ejercen, de igual modo, también reclaman más respeto y consideración, al suponer que cumplen un servicio social digno, pero que a día de hoy, su actividad no está siendo regulada. En muchos países, ya se ha adoptado un ‘estatuto de prostituta’, al considerar que en algunas ocasiones, deriva de una voluntad personal sin coacciones.

A día de hoy, se encuentra en tramitación parlamentaria el proyecto de ley del Código de Familia, herramienta legal que debería regular entre otras actividades, la de la prostitución, pero que al término de éste artículo, la redacción no ha podido tener acceso por su condición de confidencialidad que tiene, pero lo cierto es que la prostitución está ya en nuestros hogares y es momento de que se aborde como una cuestión seria.