“No es ningún secreto que Elon Musk es el tipo de jefe que todo empleado teme y le gustaría evitar a toda costa, pero esto no es algo que le ofenda a él, ya que él mismo ha reconocido en numerosas ocasiones que es un jefe inflexible y de carácter cambiante, lo que puede afectar mucho a sus empleados”, opina Miguel Terán, periodista de El Economista.
No obstante, y por mucho que su persona no sea de tu agrado, hay algo innegable por el simple hecho de que lo ha demostrado año tras año, y es que Musk sabe sacar lo que quiere de sus empresas y empleados, ya que es propietario de algunas de las compañías más punteras e importantes del sector tecnológico.
Si bien se puede pensar que esto se debe a que sus ideas son innovadoras, que en muchos casos también lo son, hay un motivo por el que sus empresas son tan eficientes y consiguen rápidamente lo que el magnate reclama de ellos.
Se trata de una filosofía de trabajo que aplica Musk en todas sus empresas para conseguir la máxima productividad llamada la Ley de Parkinson. A pesar de que lo pueda parecer, esta ley no tiene nada que ver con la enfermedad sino que se remonta a un ensayo publicado en 1955 en la revista ‘The Economist’ por parte de Cyril Northcote Parkinson, historiador naval británico y autor de varios libros.
Se trata de una filosofía de trabajo que aplica Musk en todas sus empresas para conseguir la máxima productividad llamada la Ley de Parkinson. A pesar de que lo pueda parecer, esta ley no tiene nada que ver con la enfermedad sino que se remonta a un ensayo publicado en 1955 en la revista ‘The Economist’ por parte de Cyril Northcote Parkinson, historiador naval británico y autor de varios libros.
Parkinson explicaba que “el trabajo se expande hasta llenar el tiempo de que se dispone para su realización”, lo que quiere decir que por nuestra naturaleza humana, las personas tratamos de agotar el tiempo que tenemos para hacer una tarea, a pesar de que lo podríamos hacer en menos tiempo. Pero, que en el caso de que el tiempo para realizarla se redujese, somos capaces de adaptarnos y conseguirlo.
Musk es un gran admirador de este principio y por ello lo aplica en todas sus compañías con el objetivo de reducir los plazos de desarrollo y mejorar la productividad. En el pasado hemos visto numerosos casos de esto, siendo uno de los más famosos ‘el infierno de producción de Fremont’ cuando con motivo del lanzamiento del Tesla Model 3, Musk pidió triplicar la producción, alcanzando los 5.000 coches a la semana.
Finalmente consiguieron alcanzar dicha cifra después de improvisar una nueva línea de producción en una carpa en el exterior de la fábrica. Si eres un jefe que le preocupan tus empleados y su salud mental, aplicar este método no es nada recomendable, porque influyes un estrés enorme en tus trabajadores y les llevas al límite, eso sí, parece que es un método efectivo.