Dada la naturaleza de nuestra profesión, no siempre resulta fácil reflexionar sobre el rol al que estamos llamados a desempeñar, más aún en unos momentos como los que atravesamos en que la profesión del periodista se ve tambaleada, es decir, donde se nos presenta un gran desafío, cual es, recuperar la confianza y la credibilidad de la sociedad humana que estamos llamados a servir.
Algunos estarán de acuerdo conmigo cuando sostengo que la irrupción de las nuevas tecnologías que ha dado nacimiento al periodismo digital, y si a esto le acompañamos las redes sociales que facilitan la rápida difusión de la información, podría con facilidad decir que ya no se necesita del periodista profesional, o dicho de otra forma, las circunstancias actuales nos hacen replantear la pregunta de quién es en realidad periodista en este mundo en el que cualquier ciudadano puede publicar y difundir una información que sea absorbida por un número considerable de personas. Entonces nos preguntamos otra vez: ¿y qué haría aquél que dice ser periodista profesional? O, ¿qué exigencias se le presentan?
Si hoy en día se sigue hablando de las secuelas de la crisis sanitaria provocada por la pandemia de la COVID 19, y consecuentemente de la crisis económica, nosotros, los periodistas, comunicadores debemos hablar de la crisis del periodismo, la crisis de la decadencia de la credibilidad de nuestra profesión, cosa que debe preocuparnos, al mismo tiempo que deba ser para nosotros la prioridad de recuperar nuestra sana imagen que estamos llamados a proyectar.
Ciertamente, en los últimos años, principalmente el desarrollo del internet y la frecuente utilización de las redes sociales, los debates y discusiones en torno a la crisis del periodismo se han intensificado. Estos debates nos necesitan a los periodistas, a los políticos, a los empresarios, a los responsables de los medios de comunicación, a los ciudadanos, etc.
Las causas de la crisis del periodismo varían de acuerdo al sector que se pronuncie, de allí que existan diversas explicaciones a la situación por la que atraviesa el periodismo contemporáneo. La más destacada y preocupante es la falta de credibilidad.
Recordemos las palabras del célebre periodista polaco Ryschard Kapuscinski, quien afirmaba que, cualquier medio de comunicación social que no sea creíble o haya perdido la credibilidad, no tiene razón de ser o de existir. Ahora bien, debemos hacernos la pregunta, aprovechando esta ocasión, los medios de comunicación para los que trabajamos, ¿hasta qué punto son socialmente creíbles? No tratemos de dar una respuesta fácil y vaga, so pretexto de que queremos quedarnos bien. Es una cuestión bastante seria, que ha llevado a muchos ciudadanos a emprender sus iniciativas, les han llevado a dar más valor de las informaciones que corren por las redes sociales que aquellas que aparecen por los medios de comunicación convencionales.
En medio de esta crisis del periodismo, se han escuchado voces que sostienen que el periodismo ya no es imprescindible. En fin, las causas de la crisis del periodismo son múltiples y variadas. Sin embargo, pese a que muchos tienen algo que decir sobre el momento actual, pocos se detienen a analizar que el periodismo es un campo en el que muchos factores han desafiado nuestra profesión.
La particularidad del momento actual radica en señalar que la digitalización, el internet y las redes sociales virtuales han generado la crisis que se vive en este momento en el periodismo. Recordemos que el periodismo será siempre un campo en constante transformación.
¿Eso significa que el internet, las redes sociales sean cosas malas para el periodismo? La respuesta es no. Recordemos que nuestra profesión encontró en internet este ingrediente aliciente de poder llegar al mayor número posible en un tiempo récord. No sólo eso, producir más y mejor contenido y estimular la participación de las audiencias, todo lo cual derivaría en una esfera pública mucho más amplia y diversa.
Por ejemplo, el hecho de que se pudiera difundir información de forma rápida, tampoco ha generado mayores ingresos a las empresas periodísticas. Es por eso que analizar esta crisis del periodismo y los desafíos del periodista a día de hoy, requiere de una exploración amplia y minuciosa de sus causas fundamentales que nos han llevado a la falta de credibilidad.
Todo eso se deduce en que el periodismo como campo profesional requiere una constante vigilancia de sus prácticas y valores.
Para ello es responsabilidad nuestra como periodistas hacernos las siguientes preguntas: ¿Qué estamos haciendo? ¿Para quiénes trabajamos? ¿tenemos aún en cuenta el sentido de responsabilidad social al que estamos llamados?
¿qué hemos hecho cuando nos hemos dado cuenta de que las sociedades ya miran hacia otro lado en búsqueda de información que en realidad deberíamos ofrecerle? ¿somos conscientes de la gravedad de la situación?
¿Aún tenemos claro los principios éticos dictados por Walter Williams en el Credo de la profesión periodística?
Todas esas preguntas, sólo pueden encontrar su respuesta en la ética periodística. La falta de credibilidad que hemos sufrido desde los medios de comunicación, se debe llana y sencillamente porque le hemos dado la espalda a la ética periodística. No nos olvidemos que la deontología periodística está íntimamente ligada al periodismo de calidad. Eso quiere decir que el periodismo ético es ahora más importante que nunca, tanto para nosotros los profesionales, de la misma forma para los ciudadanos que se esfuerzan por obtener una información segura y fiable frente al ruido que se mete.
Recordemos que las informaciones falsas, la propaganda política y empresarial y los abusos vergonzosos observados suponen una amenaza y un desafío para nosotros.
Podemos recobrar la confianza perdida sólo si recordamos que, ante cualquier desafío, todo periodista, digno de este nombre debe ser consciente de que nuestra profesión tiene un compromiso con la sociedad, con la verdad y que, por lo tanto, es un estilo de vida.
Sólo cuando volvamos a las normas éticas, profundicemos las informaciones, sirvamos desde la verdad, conseguiremos recuperar la credibilidad. Y consecuentemente habremos ayudado a los ciudadanos a entender que el ejercicio del periodismo va mucho más allá de escribir cualquier cosa por internet y publicarlo, de emitir cualquier información basura por la televisión o radio, sin tener en cuenta ni las más mínimas normas éticas.
El desafío nos hace volver a la ética periodística.
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