Uno intenta sorprenderse, pero tantos años de escándalos se han vuelto rutina, y hemos llegado al punto en que una nación deja de resistirse a seguir repitiendo su historia; el punto donde parece que nos «acostumbramos» a la corrupción. Donde ya nos conformamos con «que si roban, no sea más de lo que robó el corrupto anterior». Entre ellos mismos se tiran de orejas, como si de una interpretación de una película del mismo Quentín Tarantino se tratase.
Que en Guinea Ecuatorial se hablara de corrupción y desvío incontrolado de los fondos públicos, ya se conocía, de hecho, esa lacra ya se ha institucionalizado como ya lo señaló hacia los años 2016 la Presidenta del Senado, aunque irónicamente viene desde la década de los 97, período en el que el país descubrió que en el suelo patrio yacían importantes reservas de petróleo; y solo unos años después llegó el ‘Boom petrolero’, y todo aquél que accedía a ostentar alguna responsabilidad en el ejecutivo y/o en las empresas paraestatales, veía la posibilidad faraónica de amasar cuanta fortuna pudiera. Muchos lo han hecho y lo siguen haciendo.
Los delincuentes de cuello de botella en Guinea Ecuatorial no se buscan. El Jefe de Estado ya llegó a preguntar en un discurso, quién podía defender que las fortunas que poseen, no provienen de los fondos públicos, denunciando en ese caso la corrupción en los miembros de Gobierno.
El mediático “Caso Ceiba”, destapado hace aproximadamente tres a cuatro meses, solo es uno más. La venta de un aparato ATR, y el desvió masivo y sistemático de los fondos de la única compañía aérea de bandera nacional por los directivos que han pasado por ella desde hace años sólo son escándalos de más de entre los destapados hasta la fecha y por conocer.
Dentro del intento y esfuerzo titánico que ha iniciado el Vicepresidente de la República para intentar acabar con esa lacra social, se ve el nivel real que éste fenómeno se ha arraigado en el país. Las novedades en los escándalos de Ceiba son “las cloacas”, que por vez primera están siendo señalados y procesados; Los intocables, los que presumían de inmunidad absoluta. El ex director financiero, Bienvenido Ateba, descorchó el champán.
En las declaraciones de los ex directivos de la compañía, muchos de ellos involucrados directamente en el desvío de fondos, incluso a lo personal. Se escudan en palabras rimbombantes que han quedado en desuso desde hace décadas para pretender ser personas honorables y probas, sin embargo, su inmenso descaro queda al descubierto por sus acciones. Saben que cometen delitos contra toda la nación y creen que quedarán ocultos solo por estar protegidos por una mafia estatal que tiene el mismo modus operandi para beneficiar a sus aduladores y a la que no le tiembla el pulso para quitar recursos que bien podrían ser utilizados en combatir la pobreza o mejorar los servicios públicos, pero que en cambio son destinados a seguir engordando la insaciable red del servilismo.
Si no supieran que transgreden las leyes no actuarían bajo las sombras. De otro modo, no tratarían de ocultar lo que hacen.
Guinea Ecuatorial está al fondo de los índices de corrupción. Pero más allá de esta abstracción, la población es la que más percibe la disfuncionalidad engendrada por el saqueo, la irregularidad, el favoritismo, los actos arbitrarios. Un país sumido en la pobreza como el nuestro no se puede dar el lujo de mantener a una oligarquía de corruptos que, aparte de corruptos, son también incompetentes, como señaló públicamente el señor Ateba, en su defensa ante el Vicepresidente Teodoro Nguema Obiang.