Cuando se rozan los extremos, siempre es motivo de preocupación. Y la salud pública de Guinea Ecuatorial parece acercarse a esos límites. A esos extremos en los que sólo basta un comentario o una noticia televisiva, pero todo en perjuicio de la salud e integridad de más de un millón de habitantes residentes en el país. La salud no debe entenderse por ideologías políticas ni de quién lleva el bastón de mando en un momento determinado. Ha llegado un momento en el que debemos reflexionar como país con las atrocidades que se arremeten contra la salud pública en ese pequeño país al que todos decimos querer y amar.
Es momento de catequizar un debate nacional sobre qué se importa, cómo se importa y en qué condiciones se custodia, sin menoscabo de ejercer un riguroso control sobre aquellos actores que de forma directa o indirecta, participan en esa cadena involucrando a todos los sectores competentes.
En los últimos años se han dado a conocer muchos escándalos que arremeten contra la salud pública de un país, propiciados por empresas y personas físicas cuya única misión es el de hacer dinero, aprovechando la consolidada lacra de corrupción que asola ésta nación en la que ya sólo nos basta con preguntar por cuánto robó el otro. Los casos más recientes son los de la cadena de supermercados Santy en el año 2022, y ahora su filial ENBASA, que ha utilizado desde años productos químicos caducos en la fabricación de bebidas o la empresa que fabricaba yogures caseros en condiciones asquerosas (un escándalo que se destapó en el barrio de Santa amaría III de Malabo).
También se han dado casos de venta de medicamentos falsificados o pasados de fecha, así como los miles de casos de negligencias médicas y omisión de socorro que se dan a diario en los hospitales nacionales.
Tomando el caso específico de ENBASA al ser el más reciente, la población se pregunta del porqué todos esos productos a los que se hizo alusión estar en mal estado, siguen comercializándose como si no hubiera pasado nada. Sólo basta con ir al comercio de la esquina, la tienda que da a la calle o cualquier bar de barrio y encontrar en venta esos productos (zumos, fantas, cervezas); y nos preguntamos de qué sirvió el revuelo que se dio con esa noticia, si seguimos intoxicándonos lentamente.
En las pesquisas de la Gendarmería, se informó de encontrar en stock 157 bidones, de entre los cuales la empresa utilizó 6 el 22 de febrero en la fabricación de 3.120 zumos, unos 30 sacos de cloro, 56 bidones de colorante azul, 20 cajas de extracto de malta, 6 cajas de concentrado vitamínico y 8 cajas de antioxidantes; pero, nos hemos preguntado ¿desde cuándo y cuánto material habría utilizado esa empresa en la fabricación de sus productos? A la espera de los resultados de la investigación que se anunció, el país sigue consumiendo los productos de ENBASA. Ahora, incluso por el pasotismo y/o la incredulidad que por momentos nos caracteriza.
Aplaudiendo las medidas puntuales anunciadas por el Vicepresidente Nguema Obiang, como la retención de 15 días de haberes para el ministro de Agricultura, la expulsión de los corruptos inspectores involucrados y el anunciado juicio al director de ENBASA por atentar contra la salud pública; lo cierto es que debemos tomar y adoptar medidas estructurales para con ese grave delito porque con la salud, no se juega.