Deplorablemente, en las calles de las ciudades de Guinea Ecuatorial se visualiza una imagen dolorosa, pero que en tan poco tiempo ya se ha normalizado. Mujeres, hombres y niños recogiendo latas a cualquier hora del día y en cualquier rincón; otros pidiendo limosna. Y, todo eso, sólo para poder comer al día. La indigencia acecha y todo está siendo pasado por alto.
Pasar días enteros husmeando en los basureros, cunetas y bares de toda la ciudad para encontrar latas de aluminio y luego venderlas a un precio asquerosamente bajo, es el fiel reflejo de haber tocado fondo, o lo que es lo mismo, traspasar el umbral de la pobreza y rozar las líneas rojas de la indigencia. Es la imagen de una carencia de políticas sociales que coadyuvan a la protección de las capas vulnerables o de un cataclismo laboral que se viene acrecentando desde los años 2012, cuando la recesión venía calando hondo en la economía nacional originando una crisis económica que enterró a bocajarro el empleo informal; el cual tuvo un acentuado repunte con las empresas de construcción que llegaron al país para desarrollar las infraestructuras de base (carreteras, edificaciones institucionales etc).
Ahora el escenario es otro. Tardar un mes o incluso más para llenar un bulto de latas y recibir solo diez mil o quince mil por ello, es lamentable. Y decir que, es la única fuente de ingresos con el que vivir en un entorno en el que la inflación está por las nubes y, todo, absolutamente todo se encarece, parece de milagro.
En constancia, solo se tiene la imagen filmada en la televisión nacional en una reunión que se convocó en las filas del PDGE, transmitiendo el deseo de la Primera Dama en acotar con esta situación; pero que a día de hoy, poco se sabe de los resultados de la misma, a falta de un monitoreo y seguimiento. La situación persiste, pero es igual de irónico que solo se haya priorizado al sexo femenino, cuando hay hombres en la misma situación.
Todo parece estar reservado para la Primera Dama, apodada “Madrina de las capas sociales más vulnerables”, cuya labor altruista es de reconocer y exaltar, pero que de igual modo, por otro lado, es imperante subrayar que es una responsabilidad de Estado garantizar la vida y convivencia de los ciudadanos y no esperar a la benevolencia voluntaria de los pudientes.
A pesar de los ‘programas’ ya establecidos por el ejecutivo, encaminados a la mejora de la vida de los ecuatoguineanos, la brecha de la pobreza sigue deslizándose para abajo; lo que invita a una reflexión profunda y la necesidad de la adopción de medidas a corto, medio y largo plazo para dar coto a esta situación lamentable que proyecta una imagen vergonzosa de cara al público; y teniendo en cuenta la imperiosa necesidad de activar el turismo en el país, pues mucho más aún.
A pesar de la recién declarada crisis económica en el país, ésta situación merece especial atención.
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